![]() |
En la antigua Birmania sonríen hasta las estatuas de los templos budistas |
El 27 de mayo de 1990 la enérgica Aung San Suu Kyi ganó las elecciones generales de su país, que ella aún llamaba Birmania, y abrió, sin saberlo, las puertas a un futuro inesperado: tres días después, el 30 de mayo, los militares que dominaban el gobierno anularon unos resultados en los que la menuda líder había arrasado con un 80% de los votos y le refrendaban la condena que ya cumplía: arresto domiciliario. ¿Y por qué estaba condenada esta mujer? ¡Por haber sufrido un atentado a manos de un capitán del ejército! Salió indemne y eso debió encolerizar aún más a un régimen militar acostumbrado a mangonear con cierto estilo macarra. La atribulada líder ya había recibido avisos de que no debía soliviantar al pueblo, al que sorprendía en sus improvisados mítines con demandas de una democracia que los aldeanos no habían oído jamás, acostumbrados a no recibir del poderoso ejército más que malos modos y palos, una permanente represión sangrienta con la que el extravagante querido líder tropical, Ne Win, agasajaba a sus lacayos. Unos súbditos más preocupados por sonreír y cumplir con sus ritos budistas que con esas cosas del poder. Tanto les gusta a los birmanos eso de sonreír que lo hacen por muy mal que lo pasen, los vi sonriendo en las largas jornadas de trabajos forzados en las carreteras, sonreían los prófugos que atravesaban penosamente la selva para refugiarse en Tailandia, sonreían los desheredados, los niños famélicos, los monjes de rojo maltratados por los soldados.


Rodeado de tantas sonrisas nadie diría que en este país de brazos abiertos y gente encantadora pudiera existir el mal, pero sí, existe, el mal con mayúsculas, el Mal, un Mal frío y calculador, un Mal chulánganas y despiadado, en manos de una cúpula de matones sin escrúpulos que no sólo condenó a la inquieta Aung San Suu Kyi sino que encarceló a todo un pueblo, cambió el nombre a sus sitios y lugares y les obligó incluso a caminar al revés. Dicen las crónicas que el máximo líder, conocido como el Número Uno, Ne Win, era tan supersticioso que cruzaba los puentes andando de espaldas, para no contravenir a los espíritus, y que tenía tanta fijación con el número 9 que todos sus decretos se publicaban ese día. Hasta decían de él que se bañaba en sangre de delfines para burlar al envejecimiento y algo debía de saber porque murió en 2002 a los 91 años... Rodeado de una miríada de adivinos y videntes, Ne Win decidió a principios de los setenta romper con los vínculos que aún lo ataban a los tiempos de la colonia ¡cambiando el sentido de la circulación !. Y así fue cómo desde entonces los vehículos birmanos circulan por la derecha, como los europeos: lástima que no cambió el parque móvil y los volantes sigan, también ellos, a la derecha, como los británicos. Los accidentes son moneda corriente, y pude comprobarlo en mi recorrido por el interior de Myanmar: camiones estampados en los arcenes, ciclistas doloridos por las cunetas, una tensión insoportable cuando mi guía trataba de adelantar mientras yo, con medio cuerpo fuera del vehículo, le arengaba: ahora, ahora...

Sus paisanos seguían sonriendo aunque parecía que más por inercia que por convicción. Estas dos niñas, por ejemplo, tan risueñas y atentas a mi cámara, no tienen motivos para la risa porque son mano de obra esclava que el indigno gobierno militar utilizaba para mejorar carreteras, ampliar puertos y aeropuertos, abrir nuevos caminos en la selva, excavar en minas y canteras... A finales de los noventa, distintas organizaciones internacionales, desde Human Rights a la OIT pasando por Amnistía Internacional, calcularon que entre dos y tres millones de birmanos servían como mano de obra esclava en trabajos forzados. Hablaban de un impuesto especial para evitar esta iniquidad, pero tan elevado que las familias escogían a un miembro de la familia, normalmente niña y adolescente, para que cargara con la multa de todo el grupo. Lo cierto es que los trabajadores estaban al alcance de la vista de los pocos turistas que llegaban al país de las sonrisas, podías topártelos en las carreteras, en los bosques, en las riberas de los ríos.... Esta cuadrilla estaba en el trayecto del lago Inle, uno de los atractivos turísticos de Birmania, hacia Yangon, en una carretera frecuentada por grandes camiones cargados de enormes troncos del árbol de teca, el último gran reducto de esta preciada madera, que se dirigían a la vecina Tailandia...


Pero el país que encontró Suu Kyi no era el de sus recuerdos más lejanos, el de las risas cómplices y los hermosos rostros maquillados con tanaka, el polvo de arroz que les protege del sol: eran más bien risas nerviosas, un país que permanecía como una instantánea fija en los años cincuenta, justo antes del golpe de estado de 1962, un pueblo que tan sólo ha cambiado sobre el papel, en su nombre, de Birmania a Unión de Myanmar, primero, y República de la Unión de Myanmar más tarde, y todos los patronímicos que imaginarse pudiera, y encontró que su capital no era ya Rangún, de la que despegó su vuelo, sino Yangon, en la que aterrizó, y que hoy ya no es ni siquiera eso porque la cúpula militar, en un arrebato imprevisible, la trasladó en 2007 trescientos kilómetros al norte, a la desconocida Naipyidó...

![]() |
Ingenio birmano: una vendedora de agua fresca con su complicado, y simple al tiempo, sistema refrigerador |


En la residencia, Suu recibió muchas noticias. La primera, que había ganado las elecciones de 1990 pero que nunca gozaría de su merecido premio. La segunda, que había ganado el premio Nobel de la Paz de 1991 pero que no podría agradecérselo a nadie. La tercera, que su marido había muerto de cáncer en 1999 sin lograr un permiso para despedirse de su esposa. Y las noticias seguían llegando mientras los años pasaban por ella, tan decidida y enérgica como el primer día, paseando por su jardín, escribiendo libros sobre sus viajes por el interior del país, haciendo llegar notas escondidas a los medios de comunicación internacionales que se lo solicitaban, exigiendo a los militares su libertad y la de los miles de presos que se hacinan en las prisiones de la nación. Y así estuvo hasta 2010, con breves periodos de libertad que volvían irremediablemente al punto de partida cuando quedaba claro que no la callarían jamás, ni los militares ni ese remedo de gobierno.
![]() |
Los refugiados birmanos llegaban a Tailandia en muy mal estado tras cruzar la jungla, contraer enfermedades y huir de ejecuciones y bombardeos |
Un gobierno que ha perseguido a sus minorías hasta el exterminio y que ha obligado al exilio a cientos de miles de civiles. Muchos de esos miles malviven en la frontera tailandesa, en campos de refugiados casi invisibles para la prensa mundial, atendidos por organizaciones humanitarias internacionales que se encuentran familias enteras enfermas de malaria, de leihmaniasis, de cólera, gentes que huyen a través de las espesas selvas para evitar los bombardeos de sus aldeas y las ejecuciones masivas y sumarias.
![]() |
Enfermos de tuberculosis refugiados en Tailandia y alojados junto a sus familias |
En Kanchanaburi, en Tailandia, vi a muchos de ellos, incluso un joven que aseguraba pertenecer al Ejército de Dios, una peregrina organización de la etnia Karen que lideraban dos hermanos gemelos de doce años que se caracterizaban por tener la lengua negra, símbolo del poder entre estos extraños guerreros cristianos. A pesar de que nunca pude constatar que realmente perteneciera a ese grupo, me alegró ver a un muchacho con cara de niño, a pesar de que tenía 18 años, porque el Ejército de Dios fue mi primera lectura sobre Birmania y el motivo casi de que me embarcara a conocer el país.
![]() |
El niño de azul decía haber pertenecido al Ejército de Dios |
Los tuberculosos vivían con sus familiares, la sanidad dependía de la caridad internacional, los refugiados eran poco menos que apestados en un país que no quería manchones en su idílica imagen turística. No eran buenos tiempos para las sonoras minorías birmanas: los shin, los chan, los kayin, los mon, los karen...
![]() |
Reunión de estudiantes birmanos en el exilio tailandés |
Claro que tampoco para los birmanos, o bamars, quedan exentos de la represión. En Tailandia me encontré con los estudiantes sobrevivientes de las matanzas de 1988, escondidos en los pueblos limítrofes a la espera de poder volver algún día a casa.

También probaron el hierro de los soldados los monjes budistas, verdadera institución en un país tan religioso como Birmania, unos heroicos tipos vestidos de azafrán que sufrieron también una espantosa represión en 2007, cuando se atrevieron a denunciar los sufrimientos de sus vecinos y a solidarizarse públicamente con Suu Kyi. Los monjes, propietarios tan sólo de su túnica naranja y de una escudilla con la que recogían arroz entre los más pobres de los pobres, también cayeron abatidos ante las botas militares...
A finales de 2011, Aung San Suu Kyi consiguió hacer realidad su sueño de legalizar y registrar su partido político en su querida Birmania. Liga Nacional por la Democracia. En 2012 se celebrarán elecciones generales en Myanmar y Aung San volverá a presentarse, como ya hizo veintidós años atrás. En aquel entonces las ganó y su vida se convirtió en un infierno. Heroico, sí, pero un infierno. Tal vez ahora tenga una segunda oportunidad y los magníficos paisajes de lugares como el lago Inle, Mandalay o, sobre todo, las pagodas de Bagan queden libres de la desagradable bota militar.
![]() |
El lago Inle, al norte del país, un día nublado |
© José Luis Sánchez Hachero
sanchezhachero@hotmail.com
Para más información sobre Aung San Suu Kyi, el cidob ha colgado en su web una biografía muy completa:
http://www.cidob.org/es/documentacio/biografias_lideres_politicos/asia/myanmar/aung_san_suu_kyi
Cartas desde Birmania, de Aung San Suu Kyi, editado por CIRCE en 1998, es otro libro muy recomendable para comprender a esta compleja líder
Yo he estado en el país a finales del año pasado y me he quedado sorprendido y algo desconcertado de lo que allí he visto. Creo que tanta represión sigue latente en el país, pero algo esta cambiando y espero que sea para bien.
ResponderEliminarwww.jatherxelglobo.wordpress.com
Ojalá cambie para bien porque guardo un recuerdo fantástico del país y de sus gentes... Gracias por leerme!
ResponderEliminarYo lo he "descubierto" leyendo tan interesante artículo... gracias por compartir!!
Eliminargracias!
EliminarVengo aquí desde Público. Interesante artículo, informativo, entretenido, bien escrito y con buenas fotos. Encantado de haberte leído.
ResponderEliminargracias, Bronski, a tu disposición..
EliminarEstoy en Birmania, no sé si este mensaje llegará porque la conexión a Interrnet no es muy buena. Acabamos de leer que "La Dama" ha ganado las elecciones, aunque aquí son escépticos. Ojalá que esta situación cambie, los birmanos se lo merecen!!!
ResponderEliminar¡¡Sí, llegó!! ¡Qué envidia, ya me gustaría estar ahí! Me alegro de que la Dama haya obtenido escaño, ahora veremos cómo repercute en su pueblo y si los cambios son realmente efectivos, de todos modos supongo que será lento, y casi que mejor que así sea porque Birmania es de los pocos sitios que guarda un encanto de otra época....
EliminarParece que la NLD ha ganado más de 40 escaños. Es un pequeño paso, el rellano de una escalera muy alta. Y lo saben. Pero esta victoria puede ser importante con vistas a las elecciones generales del año 2015. Daw Aung San Suu Kyi ha tomado el pulso de su país en esta larga campaña,. viajando por el norte, el centro, el sur, y ha podido ver como la gente va perdiendo el miedo, vuelve a la politica, aprende a ser crítica. Pero, igual que yo, son escépticos, mucho. Más de 800 prisioneros políticos todavía sin libertad, miles de niños soldado, miles y miles de refugiados en las fronteras y por el mundo, desplazados, pueblos arrasados en el estado Kachin. He podido escuchar el griterío de alegría de la gente en Yangon al conocer la victoria de la NLD. Ha sido emocionante.
ResponderEliminarUn artículo el tuyo muy completo y con buenas fotografías.
Gracias, parece que se abre un nuevo horizonte en Birmania, a ver cómo lo gestiona Suu Kyi y su equipo porque ya he escuchado llamadas internacionales para invertir en Birmania como el próximo pelotazo asiático, espero que sean capaces de mantener el espíritu de ese pueblo tan encantador con un desarrollo respetuoso con sus costumbres y su idiosincracia y no la conviertan en otro pais de plástico...
EliminarMuy buena introduccion al pais, enhorabuena! Yo acabo de regresar de Birmania y cada vez mas se notan los aires de cambio. Todo el mundo te para para hablarte de politica y es tremendo lo ilusionados que estan. Demasiados problemas que solucionar en un pais tan pobre y a la vez un optimismo muy esperanzador!
ResponderEliminartiene una tarea enorme por delante y veremos si no se tuerce porque ya hay llamamientos para que los grandes fondos de inversión coloquen allí sus dineros, una posibilidad que se abre y un temor que puede cambiar radicalmente el país y dejarlo, al final, a pies de los caballos. Un abrazo!
Eliminar