Dice la leyenda que Diego Salcedo era un joven capitán que
atravesaba la recién conquistada isla de Puerto Rico y que llegó a un río
llamado Guarabo, donde se detuvo a beber. Quiso saber el cacique Urayoán, escondido tras la floresta, si
esos blancos conquistadores eran dioses o humanos y envió a unos hombres a
comprobarlo. Sorprendido en su soledad, el joven Diego se vio empujado al fondo
del río, donde lo tuvieron inmóvil al menos una hora. Luego, su cuerpo en la
orilla, los taínos lo rodearon y observaron en silencio: si era un dios no
podía estar muerto. Durante tres días lo vigilaron sin quitarle ojo y al
tercero el cadáver hedió. No, no es dios, concluyeron los taínos, los blancos son
humanos como nosotros y es posible matarlos. Dice la historia que los
habitantes originarios de la isla comenzaron una guerra de guerrillas contra el
invasor español, convencidos ya de que la victoria era posible pues no se
enfrentaban a dioses.
La anécdota, poco creíble por otro
lado, se convirtió en verdad inmutable durante siglos y eclipsó a su autor, un
soldado de fortuna reconvertido en negrero y posteriormente en religioso en lo
que hoy es Colombia. Su nombre, Juan Castellanos, un campesino vecino de Alanís, en Sevilla, el autor del poema épico más extenso de la literatura hispánica, una crónica
de sus años de conquistador, de guerrero y de explorador. La obra de Castellanos, ‘Elegías de varones
ilustres de las Indias’, conforma el proyecto más ambicioso en nuestra lengua,
una crónica rimada de los primeros años de la conquista, casi 15.000 versos
endecasílabos escritos a lo largo de treinta años de aventuras y
rectificaciones. El poema, dividido en cuatro partes, es tan revelador para la
historia como engorroso para el lector. Castellanos murió en Tunja, en la
actual Colombia, a una edad avanzada, ejerciendo de cura.
Juan de Castellanos
(Alanís, Sevilla, 9 de marzo de 1522 - †
Tunja, Colombia, 27 de noviembre de 1607)
‘Elegías de varones ilustres de las
Indias’, Juan de
Castellanos, Biblioteca de Autores Españoles, Tomo IV, Madrid, 1847
sanchezhachero@hotmail.com
15,000 versos endecasílabos son muchas sílabas... Muy bueno, como siempre, José.
ResponderEliminartela marinera, alberto, tela marinera... gracias!!
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