Corría
el año 1735 cuando el sevillano Antonio de Ulloa entró en la selva húmeda del
Chocó, en Colombia, para medir un arco del meridiano. Iba enviado por la
Academia de Ciencias de París y encabezaba una expedición geodésica con sólo 19
años, una edad que causó rechifla entre los franceses, al principio, y admiración
más tarde cuando vieron en él a un genio. Los franceses querían poner punto
final a las acaloradas discusiones que enfrentaban a los científicos
newtonianos con los cartesianos y no tenían otro medio que internarse en el
virreinato del Perú. La Corona aceptó la entrada de la expedición gala en territorio imperial pero con
condiciones: debía tener presencia española y sería la de ese mozalbete.
Durante su viaje por la selvática región, en un yacimiento abandonado,
Antonio observó que ciertas minas habían sido desechadas por contener un metal
tan duro que no se alteraba por la calcinación. Antonio explicó en su ‘Relación
histórica del viaje a la América Meridional’ que los mineros consideraban a ese
mineral un incordio porque los confundía y les hacía perder el tiempo: oro no
parece, plata no es. No pensaban igual los indios, quienes lo consideraban un
regalo de los dioses y no podían creer que los españoles lo arrojaran a un lado
como desecho. Antonio se decidió a darle un nombre y lo llamó ‘platino’, pues
los mineros lo llamaban ‘plata de la mala’. Ulloa redescubrió el mineral para
los europeos, que a partir de sus muestras concluyeron que se trataba de un
elemento químico diferenciado de los demás, que tenía tanto o más valor que el
oro por el que desecharon toneladas y que sus posibilidades eran numerosas.
Tantas que hoy es uno de los minerales más valiosos de cualquier joyería.
Antonio cayó en manos de los
británicos cuando regresaba a España pero su intelecto deslumbró tanto a los
ingleses como había deslumbrado a los galos y en Londres, en lugar de
prisionero, lo nombraron miembro de la Royal Society. Por si fuera poco, fundó
el Museo de Ciencias naturales de Madrid, el Observatorio Astronómico de Cádiz,
el primer laboratorio metalúrgico de España, fue gobernador en el Perú y La
Luisiana, director general de la Armada y hasta dio las claves para mejorar el
sistema postal entre la península y América. Pero Antonio permanecerá para
siempre en la historia como el descubridor del platino, uno de los minerales
más valiosos, con número atómico 78 y situado en el grupo 10 de la tabla
periódica de los elementos.
Antonio de Ulloa (Sevilla, 1716 – San
Fernando (Isla de León), 1795)
Actas del II centenario de don Antonio de Ulloa, Escuela de
Estudios Hispanoamericanos, Archivo General de Indias, CSIC
Relación histórica del viaje a la América Meridional, Antonio de Ulloa
©José Luis Sánchez Hachero
sanchezhachero@hotmail.com
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