Si el rey saudí Fahd bin Abdulaziz al-Saud hubiera tenido el generoso
gesto de edificar una mezquita en el que consideró punto más meridional de
Europa unos años atrás, hubiera coincidido con un curioso desfile: el de
cientos de coches viejos que molestaban sobremanera a los vecinos de Gibraltar.
Pero no lo hizo, esperó a su momento, y hoy el templo se levanta bajo el Peñón
y ante una gran explanada surcada por más vientos que fieles y por más curiosos
que vecinos. Los aparcamientos, vacíos y sacudidos por el sempiterno levante,
no dejan adivinar la tragedia automovilística que tuvo lugar frente a la
piadosa mezquita unos años atrás.
En alguna parte del Estrecho yace un cementerio de coches submarino |
Corría el año 1981 cuando las autoridades de Gibraltar cayeron en la
cuenta de que los 7 kilómetros cuadrados del istmo ya no daban para más. Con la
frontera cerrada desde 1969 y los llanitos asfixiados en su pequeño territorio,
el tráfico había entrado en una dinámica suicida. Ya no cabían más coches. La
guerra de baja intensidad entre el gobierno de Franco, despechado tras el referéndum
de 1967 en el que el 99% de los gibraltareños se declararon ingleses, y las
provocaciones de los aviones británicos sobre el vecino municipio de La Línea,
a los que ponían de los nervios con sus pasadas a baja altura, terminaron con
la frontera cerrada y los llanitos aislados.
Las casitas del Punta Europa tienen piscina con vistas a África |
Para llegar a La Línea de la Concepción un gibraltareño debía rodear el
estrecho con destino a Tánger para volver desde allí a Algeciras y desde esta
al municipio lindante, donde, tras un viaje por dos continentes, casi puede
tocar los pisos que veía desde la ventana de su casa. Y eso en el mejor de los
casos porque el otro consistía en tomar un vuelo rumbo a Londres que evitara
sobrevolar la península ibérica porque el dictador prohibió tal lid, un veto
que siguió hasta hace poco. La tristeza de los llanitos se vio reflejada en el
otro lado de la verja custodiada con candado porque casi cinco mil
campogibraltareños perdieron sus empleos y subieron la tensión social y
económica hasta un punto tal que el gobierno de Franco decidió crear un ‘polo
de desarrollo’ que absorbiera la ingente cantidad de mano de obra desocupada.
Con tanta prohibición, encerrados en su particular paraíso (paraíso pequeño,
infierno grande’, que dice el refrán), pero con un nivel de vida muy superior al
de sus inalcanzables y pobretones vecinos, los llanitos circulaban en coches
modernísimos y rapidísimos, eso sí, respetando el límite de 50 kilómetros por
hora, insuficiente para que los más hábiles conductores dieran rienda suelta a
su destreza pero suficiente, por otra parte, para llegar de un extremo del
Peñón al otro en menos de diez minutos. Y con tanta riqueza y con tantas
posibilidades, los llanitos acumularon un parque móvil que era la envidia de
sus vecinos (recuerden: los inalcanzables) y hasta se formaban atascos de
vehículos deslumbrantes que andaban a paso de tortuga.
En 1981, según relata el maestro del periodismo español, Manuel
Leguineche, en su libro Gibraltar, 'llegó a tal extremo el atasco que las
autoridades se vieron obligadas a despeñar más de mil vehículos por los
acantilados de Punta Europa'. Europe Point, como le dicen los llanitos, es el
punto más meridional de la Roca, una zona azotada por los vientos pero que,
como contraprestación tal vez, tiene unas espectaculares vistas en los días
claros: el estrecho, las montañas del Rift y la bahía de Algeciras. Hoy los
coches fluyen con facilidad por la colonia, colapsados tan sólo por los
controles policiales de la aduana española o por los despegues y aterrizajes de
los aviones en el aeropuerto del Peñón, un aeropuerto que España reclama como
propio y cuyo terreno fue ganado por los llanitos a hurtadillas, adelantando
posiciones cuando nadie miraba. Como ocurre hoy día en la cara oriental de la
Roca con el llamado 'Proyecto Foster', que prevé, según quien lo cuente,
construir más atraques para aumentar el negocio del bunkering o bien
edificar apartamentos y hoteles para ganar una gran zona recreativa al mar (con
el consiguiente berrinche del gobierno español, que considera suyas las
aguas... y a decir verdad, también las tierras porque decenas de camiones
trasladan escombros desde España casi que a diario para las labores del
relleno). Los pescadores de La Línea, usuarios, o usufructuarios (según quien
lo diga también) hablan del Pequeño Mónaco, como lo denominan, para explicar
los motivos por los que las autoridades del Peñón no quieren que faenen en la
zona. El proyecto, ya sin Fosters ni Mónacos, tiene un nombre más poético: Sovereign Bay, un nombre que es, al tiempo, una declaración de principios y que puedes ver aquí, en la página de Foster and Palmers, sus constructores.
Los rellenos del proyecto Sovereign Bay avanzan raudos |
El tiempo lo dirá pero la paradoja es singular y terriblemente
explicativa de la debilidad de todos los gobiernos españoles: si en un
principio les arrebataron la Tierra del Peñón y más tarde el aeropuerto tierra
adentro, ahora utilizan tierra española para rellenar aguas (que España también
considera españolas) y aumentar el tamaño de la colonia. Gibraltar se expande,
tal vez como venganza por aquellos años en los que sus vecinos estaban
constreñidos en tan exiguas fronteras y miraban por las barandillas a la bahía
de Algeciras como se mira un imposible.
El Estrecho de Gibraltar desde Punta Europa |
Los vehículos censados hoy en el Peñón son
veintitrés mil, alguno conducido ostentosamente por Cachuli (por ejemplo),
convertido ya uno de los 29.000 habitantes censados, casi un coche por cabeza,
aunque menos que empresas, que son 28.000. En todo caso, un lugar peculiar, con
sus bobbies y sus autobuses de dos plantas, la colonia hindú mezclada con la
judía, y con la musulmana y la británica, y hasta que la local, hablando todos
un espanglish con mucho de gaditano, un paraíso turístico con cartones de
tabaco a menos de la mitad de su precio en España y un catálogo de productos
electrónicos al alcance de muy pocos comercios españoles.
Mi coche atacado por un macaco llanto |
©José Luis Sánchez Hachero
sanchezhachero@hotmail.com
nice macacos
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