Así es el Popol Vuh, la biblia de los mayas |
En el principio, los dioses crearon el mundo, los
valles y las montañas. Más tarde dieron vida a los animales pero como no les
rindieron adoración decidieron que se comieran unos a otros. Concibieron
entonces hombrecillos de barro pero resultaban demasiado imperfectos y los
dioses acudieron entonces a la madera. Los hombrecillos de palo tenían algo más
de fortaleza pero no carecían de sentimientos así que los dejaron en la selva como
simios sin alma, abandonados a su suerte. No se amilanaron los dioses y siguieron creando engendros con la
esperanza de que alguno resultase fiel a la frágil llama de la humanidad y
consiguieron por fin una raza obediente y respetuosa. Salieron de unos granos molidos de maíz y fueron cuatro hombres de los que extrajeron, a su vez, a
cuatro mujeres. Claro que ya estaban más que aburridos de crear imágenes
impertinentes así que les redujeron la vista y la inteligencia…
El Popol Vuh es el relato de la creación del mundo
maya transmitido en lengua quiché de generación en generación hasta que un
sevillano de Écija, el padre Francisco Ximénez, obispo de Santo Tomás Chuilá,
hoy Chichicastenango, lo encontró escondido bajo el altar de una iglesia y lo
tradujo al castellano para que no se perdieran esas leyendas tan inocentes que
le parecían cuentos de niños. El ecijano aseguraba que la primera versión había
sido escrita en lengua quiché, uno de los pueblos mayas que poblaron
Centroamérica, pero con caracteres latinos y que él la tradujo al castellano
gracias a sus conocimientos de las lenguas indígenas. El padre Ximénez hizo dos
versiones, una literal, que por ello resulta casi ininteligible, y una segunda
que recogió en su obra ‘Historia de la provincia de Santo Vicente de Chiapa yGuatemala’, acabada en 1722. La traducción durmió en la Universidad de San
Carlos de Guatemala hasta que fue descubierta en 1854 por un estudioso
austríaco, Charles Scherzer, que la publicó en Austria como un gran descubrimiento.
Y fue tanta la admiración que el manuscrito fue
sustraído, por no decir directamente robado, por un misionero francés llamado Charles Etienne Brasseur que se lo llevó a Francia y comenzó entonces un peregrinar de mano en mano y de coleccionista en coleccionista hasta acabar en la biblioteca Newberry, en los Estados Unidos. El padre
Ximénez dejó otras obras para la posteridad, como un confesionario en
cakchiquel, quiché y tzutuhil, un catecismo para los indios y hasta una guía
pastoral indígena. Ninguna alcanzó la importancia del Popol Vuh, considerada
hoy día como la Biblia de los mayas.
Bibliografía
Popol Vuh, Linkgua Ediciones S.L.,
Barcelona, 2007
El Popol Vuh y la trilogía bananera,
Jorge Alcides Paredes, University of Delaware, 2002
sanchezhachero@hotmail.com
losmundosdehachero@gmail.com
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