miércoles, 14 de mayo de 2014

Viaje a Polonia: Elblag, la ciudad que renació de sus cenizas



El centro histórico de Elblag es lo más parecido a un decorado de película. Paseo por sus calles como el que visita un museo: todo está limpio, impoluto, las calles ordenadas, los edificios como recién salidos de una enorme caja de regalos, incluso lo antiguo tiene pinta de nuevo, me extraña que el campanario no esté dentro de una gran vitrina. La sensación es parecida a la que siente el recién llegado en la parte nueva de Beirut, en el Líbano, una reconstrucción minuciosa, multimillonaria, unos acabados perfectos y un orden milimétrico. Pero apenas pasea nadie por la acera, tras los visillos sólo vislumbro un gato, la perfección de las líneas rectas, el color de las fachadas, todo se empeña en indicarme que transito por una burbuja irreal que habrá pronto de desvanecerse en una bruma burlona. Pero no hay nada burlón en una ciudad que desapareció por completo en el marasmo de la Segunda Guerra Mundial.

Elblag tras la II Guerra Mundial

Porque cada adoquín que piso, cada acera que camino y cada esquina que doblo forman parte de un esfuerzo titánico que alcanza su cima en los edificios. Hace veinte años esto era un erial. Hace cincuenta, un montón de escombros. Y hace un siglo, una ciudad alemana. Pero lo que fue una Prusia llena de vecinos alemanes hoy es una ciudad teatral llena de polacos que ha costado sangre, sudor y lágrimas. Porque la ciudad vieja quedó tan destruida tras la Segunda Guerra Mundial que el gobierno decidió reconstruir la ciudad de Gdansk con los escombros de Elblag, que se pensaban irrecuperables (lo mismo sucedió en Malbork, cuyos escombros se destinaron a la reconstrucción de Varsovia).


Elblag por Hachero

De la ciudad no quedó apenas nada debido a que fue un centro nazi que con un horroroso campo de exterminio cercano, el de Stutthof, (pincha aquí para conocer este campo). Cuando los soviéticos se aproximaron en 1945 los habitantes de la ciudad, alemanes en su mayoría, la abandonaron dejando detrás prácticamente todo, hasta sus objetos personales, que fueron saqueados por los rusos, quemados los edificios  y posteriormente dinamitados como última venganza. Elblag resultó algo más que dañada: más bien destruida, y sus habitantes vagaban entre las ruinas con la mirada perdida y el odio eviscerando sus entrañas. Porque la conferencia de Postdam otorgó esta ciudad destruida y prusiana a los polacos, que prohibieron incluso que se establecieran alemanes, pero el esfuerzo que tenían por delante era enorme.

Elblag antes de la II G.M

Elblag por Hachero

La reconstrucción no fue fácil después de la guerra porque apenas había obreros y se priorizó la recuperación de las grandes ciudades. Así que hubo que esperar hasta los años 1990, justo tras el colapso de la URSS, en un clima que no invitaba a nada porque la ciudad se despertaba de una dependencia crónica de empresas estatales ineficaces, muy poco consumo y muchas deudas de crédito, una ciudad que tenía tasas de desempleo superiores al 32%.

Elblag antes de la II G.M

Elblag por Hachero

Tras la guerra, ningún alemán consiguió permiso para volver a sus casas y comenzó entonces un proceso de polanización hasta que hoy el 98% de los vecinos son étnicamente polacos. En los años noventa se impulsó un proceso de reconstrucción de sus lugares históricos que arroja un resultado al tiempo espectacular y desconcertante. A partir del año 2000 la reconstrucción se hizo emulando la arquitectura anterior al desastre de la guerra, intentando levantar los mismos edificios en los mismos emplazamientos, incluso empleando ladrillos provenientes del desastre y trozos de las antiguas murallas. Se realizó un intenso programa arqueológico y otro de emulación por ordenador para dibujar la ciudad tal y como era: aunque los edificios quedaron destruidos, aún eran reconocibles los patios traseros y las letrinas de las casas, lo que sirvió como punto de arranque. Ho</span><span style="font-size: 13px;">y vuelven a vivir en la ciudad alrededor de quinientos teutones que han vuelto a las tierras de sus ancestros y Elblag revive como un ave fénix.

Elblag por Hachero

Pero la reconstrucción de la ciudad comenzó antes de la década de los noventa, tanto como en los años sesenta y con una imaginación que vio grandes posibilidades en los edificios destruidos. Arriba puedes ver el antiguo altar de la iglesia de la Virgen María, una loca idea de un artista local, Gerard Kwiatkowski, quien en 1961 convenció a las autoridades de que esa ruina a medio caer podía llegar a ser un gran taller para artistas y una moderna galería de arte. El proyecto cayó en campo abonado y hoy es una desconcertante, y hermosa, sala de exposiciones, enorme, solemne y cargada de posibilidades, en la que aún pueden sentirse los ecos de los monjes dominicos de siete siglos atrás. Se llama galería EL, un nombre no menos desconcertante que proviene de la misma ciudad Elblag.

Elblag por Hachero

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Elblag por Hachero

La Iglesia de la Virgen María comenzó a construirse  en 1246 por la orden de los dominicos en su intento de cristianizar las regiones del Báltico. Una capilla que pronto adquirió entidad al añadirle un presbiterio, una sacristía y dos pequeñas salas anexas que volvieron a quedarse pequeñas y que obligó a posteriores ampliaciones hasta que consiguió un aspecto de satisfecha devoción y ese extraño perfil que se dibuja contra el cielo estrellado de Elblag.

Elblag por Hachero
Elblag por Hachero

No debía de estar Nuestro Señor Todopoderoso del todo contento con semejante obra porque en 1504 salió ardiendo y destruyó su interior, para la desesperación de los píos constructores que, no obstante, no interpretaron las llamas como yo y volvieron a reconstruir el sagrado lugar. Se añadieron nuevas naves, se aumentaron ciertos niveles y adoptó algo más parecido al aspecto amenazante que hoy se recorta bajo el límpido pero tenebroso cielo nocturno del norte de Polonia. Los dominicos, que tanto habían trabajado en esta azarosa iglesia, sufrieron un nuevo revés, que fue terrible sólo para dos monjes: los dos últimos dominicos de Elblag. Los luteranos se hicieron con el poder religioso y los católicos se fueron a hacer puñetas...

Elblag por Hachero

Dominicos y luteranos fliparían hoy con lo que fue su templo, inmutables sus altos muros pero desacralizado el interior para con propósitos para nada píos.

Elblag por Hachero

Elblag por Hachero

Elblag por Hachero

El edificio superó pues fuegos y llamas, construcciones y reconstrucciones, cambios de rumbo ideológico y obras de toda suerte pero en 1945 el empuje de las bombas de la Segunda Guerra Mundial lo mandó todo al traste: las tumbas maneristas, los epitafios centenarios, los raros muebles acumulados durante siglos y los pasos de órdenes olvidadas. La derrota de los nazis supuso un alivio para la población mas no para el edificio que pasó a manos de la Desidia y el abandono dejó en pie tan sólo el presbiterio, la sacristía y el claustro (eso sí, con su tejadito). Hoy Elblag sale de su larga noche, sus calles tienen la forma y buscan ahora el espíritu. Curioso que haya sido la iglesia de la Virgen María donde el pasado y el presente se hayan conjugado con más acierto. Tal vez sea obra del espíritu mismo...

Elblag por Hachero

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