martes, 18 de noviembre de 2014

Viaje a Borneo: pesadilla en el paraíso del submarinismo (II)


Mantabuan por Hachero
Turistas chinos se fotografían con los soldados destinados en Mantabuan

‘El turismo chino ha bajado al menos un cincuenta por ciento’, me cuenta Lee en su tienda de recuerdos, tan vacía como llena de mercadería. 'Los turistas temen a los piratas porque sus principales objetivos', me confirma mientras trata de venderme baratijas hipercoloridas. ‘No se queden en los ressorts’, me aconseja un taxista en Kota Kinabalu, ‘ahí son ustedes presa fácil, mejor busquen hoteles en el interior de la ciudad’. Los devotos del sultán vienen de noche, dice, en pequeñas y rápidas embarcaciones sin luces, se acercan a las instalaciones más aisladas y toman los rehenes sin apenas resistencia.

Mantabuan por Hachero

Mantabuan por Hachero

Muchos ressorts se levantan en mitad de las aguas, aprovechando su poca profundidad y el paradisíaco entorno, y los empleados apenas tienen medios para defenderse. Las patrullas de la policía circulan permanentemente pero la superficie a vigilar es enorme y la cantidad de islas abrumadora. Los soldados ocupan islas clave en las rutas de turistas y en el camino a las Filipinas pero los seguidores del sultán son muy hábiles. El asesinato de algún empleado de hotel y los secuestros de varias turistas chinas ha alertado al gobierno de Pekín y le ha llevado a emitir una alerta para sus ciudadanos, lo que los desvía a otros centros de buceo. No son los únicos: el gobierno inglés también desaconseja la visita, como el de los EE.UU o el de Alemania. ‘Pero aquí están los tiburones ballena, tan grandes como autobús’, dice desesperado Lew mientras lanza la eterna pregunta de los lugareños de sitios con mala prensa: ‘¿quién puede garantizar al cien por cien la seguridad en ninguna parte del mundo?’.

Mantabuan por Hachero


Por las calles de Semporna patrullan militares de uniforme. Ahora pasa un camión pintado de camuflaje, ahora un comando compra un pinchito de pollo en un puestecillo, ahora pasa otro camión. Nada intenso, todo relax, los soldados sonríen al extranjero, los vecinos saludan al extranjero, los turistas se acercan a los restaurantes al anochecer a ejercer de verdugos con los peces y crustáceos que aguardan tristones su suerte en sus peceras. Pero se cuentan más sillas que comensales y todo indica que aquí se han vivido días mejores. Los chinos invaden los centros turísticos y este de Semporna presenta demasiadas calvas. Ahí pasea una familia alemana, por allá se ve a dos chicos australianos, un grupo de españoles ríe a carcajadas en una mesa.

Mantabuan por Hachero

Pero los turistas occidentales son los menos, apenas una gota en el mar de chinos que se multiplican de año en año al amparo del crecimiento económico de su país y que, aún con la amenaza de secuestros, siguen siendo aquí mayoritarios. Una tragedia para la economía malaya porque el turismo supone un puntal muy importante en la economía de Sabah y el ridículo internacional es grande si permiten que lanchitas de piratas te invadan la región cuando les viene en gana...

Mantabuan por Hachero

Mis compañeros chinos se dividen en dos grupos: a un barco los que practicarán snorkle, al otro los del buceo con botellas. Dos chicas ni se inmutan y no se mojarán ni un pie: sólo se hacen fotos, compulsivas, casi sin apenas tiempo de reposar la anterior, creo que apenas miran el paisaje y sólo lo ven en los encuadres, como fondo. Y hablando de fondos, el fondo marino de Mantabuan es un espectáculo de vida y color, estamos en el punto más alejado del conocido como Semporna Islands Marina Park y, según reza la publicidad del Singamata, el arrecife coralíneo decuplica la superficie de la misma isla. Por allá aparece parsimoniosa una tortuga ante el entusiasmo de los chinos que pronto tuercen la cabeza para observar atónitos un gran banco de peces tropicales que parecen atravesar al bañista y perderse más tarde por el bosque de coral con sus extravagantes formas.

Mantabuan por Hachero

Mientras, en la distancia, los soldados observan a los extranjeros con indisimulado hastío. Los militares sudan mientras otean el horizonte, escrutan una pequeña embarcación que cruza el horizonte, sueñan con intercambiarse con aquellos chinos que disfrutan de un entorno privilegiado. Un entorno cansino, enloquecedor, amenazante. Allá a lo lejos una bandada de peces salta al unísono fuera del mar, más allá una nube descarga lluvia sobre la isla vecina, acá una bandada de aves surca el cielo despreocupada. No me siento inseguro ni parece que vayan a secuestrarnos en cualquier momento, pero quién sabe: tal vez el sueño del sultán no tenga tanto que ver con el reino medieval sino con billones de metros cúbicos de gas y millones de barriles de petróleo...


Mantabuan por Hachero

Más literatura sobre la inseguridad en el área:

http://www.straitstimes.com/the-big-story/asia-report/malaysia/story/mabul-island-no-longer-the-safest-area-sabahs-east-coast-20

http://www.therakyatpost.com/news/2014/07/14/dont-travel-east-sabah-britons-warned/

http://es.globalvoicesonline.org/2013/03/15/los-malayos-apoyan-una-ofensiva-del-ejercito-contra-los-terroristas-de-sabah/

Mantabuan por Hachero

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