miércoles, 12 de febrero de 2014

Viaje a Cuba: el indio Hatuey y su efigie en Baracoa



El indio Hatuey huyó de la isla La Española a la de Cuba con un mensaje nada tranquilizador: 'Este es el Dios que los españoles adoran', dijo a los nativos que salieron a recibirlo mientras les mostraba una canasta de oro y joyas, 'por esto pelean y matan, por esto es que nos persiguen y es por ello que tenemos que tirarlos al mar'. Los taínos de Cuba lo miraban incrédulos pero el tipo, que había cruzado las aguas para alertarlos, continuó su encendido discurso: 'nos dicen estos tiranos que adoran a un dios de paz e igualdad, ¡pero nos roban las tierras y nos convierten en esclavos!

hautey por Hachero

Los indígenas no sabían qué pensar ni de quién hablaba ese cacique tan acalorado. 'Nos hablan de un alma inmortal y de sus recompensas y castigos eternos pero roban nuestras pertenencias, seducen a nuestras mujeres, violan a nuestras hijas'. El cacique Hatuey, el primer indio que organizó una lucha armada contra los conquistadores españoles en el continente americano, acabó su soflama: 'incapaces de igualarnos en valor, estos cobardes se cubren con hierro para que nuestras armas no los hieran'. Hatuey había arribado con varios cientos de indígenas, igualmente alterados, a los alrededores de la actual Baracoa, en el punto más oriental de la isla de Cuba, donde hoy es un héroe que tallan los artesanos, que preside parques, que da nombre a garitos de refutado prestigio y a otros de no tanto esplendor.

Baracoa por Hachero

El 2 de febrero de 1512, después de encabezar una rebelión de corte guerrillero en los alrededores de Sierra Maestra, precisamente donde cinco siglos y medio más tarde se desarrollaría otra guerrilla igualmente legendaria pero formada por barbudos, el indio Hatuey encontró la muerte de un modo no menos mítico.

Santiago de Cuba por Hachero
Fortaleza española en Santiago de Cuba

Los españoles ataron al indio rebelde a una estaca donde habría de arder. El fraile ejecutó el protocolo para estas actuaciones: ¿desea convertirse al cristianismo para entrar en el cielo?

El indio Hatuey contestó: '¿y los cristianos también van al cielo?'

El sacerdote asintió grave pero esperanzado: se le asomaba una conversión, siquiera en extremis.

'No quiero entonces ir yo allá sino al infierno, por no estar donde estén y por no ver tan cruel gente'.

Durante muchos años se consideró que Hatuey murió en los alrededores de Baracoa, donde los españoles sufrieron los permanentes ataques de su guerrilla, porque el relato de Diego Velázquez, el conquistador que lo capturó (fundador además de las primeras siete ciudades de Cuba), señalaba Yara como lugar de la ejecución, pero hoy parece aceptado que todo ocurrió algo más al interior de la isla, en otra Yara, pero en Granma. No importa. Baracoa sigue ostentando orgullosa su efigie como bandera, presidiendo el parque de la Independencia, junto a la iglesia Mayor, toda una declaración de intenciones para honrar a un héroe mítico que pagó con su vida su rebeldía y que abandonó este mundo con una chulería que pasó a la historia.

Baracoa por Hachero


Una historia que, precisamente, se estremece cada vez que alguien muerde unas galletitas Hatuey, cada vez que alguien apura una cerveza Hatuey tipo Ale y marca Bacardi o bien se inclina por una pinta de malta fabricada por la empresa cervecera Hatuey Santiago, de la cercana Santiago de Cuba.

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La historia del indio Hatuey consta en la Brevísima relación de la destrucción de las Indias, de Fray Bartolomé de las Casas, pero puede seguirse a través de las etiquetas de los productos a los que da nombre: Hatuey ayudó a dar forma a la leyenda negra de la conquista española y esa fue su venganza: sin embargo, su diatriba contra el dinero y las joyas no sirvió de mucho y la venganza del capital fue mucho más virulenta:

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Hatuey como marca registrada para ganar dinero. El dinero de los conquistadores...

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Viaje al Líbano: el Inmaculado corazón de la virgen María del barrio cristiano de Tiro


El Inmaculado corazón de la virgen María conforma una suerte de guía gráfica para el visitante que se interna por el barrio cristiano de Tiro, al sur del Líbano: una guía de tal envergadura que uno no puede perderse porque Dios, o en este caso la Virgen, le acompaña siempre. De manera literal. A veces despintado, otras deshilachado, en ocasiones maltratado por el tiempo. Puedes verlo en esa antigua puerta de madera, en aquella pared desconchada, junto a la entrada de una casa.

Tiro por Hachero

La Virgen está ahí y en su pecho refulge con fuerza el Inmaculado corazón de la virgen María, para mayor gloria de unos vecinos que cada vez son menos y parecen hasta acorralados en un barrio que a su vez parece acorralado también al norte de una pequeña península que sobresale como un molesto grano en la cartografía del sur del Líbano. Un grano que, por cierto, dicen que unió al continente el gran Alejandro Magno en su lucha contra los tirios a base de tirar al mar piedras de la ciudad vieja para sitiar la antigua villa fenicia y forzar su rendición.

Tiro por Hachero

Tiro por Hachero

Los cristianos de Tiro son, efectivamente, cada vez menos, dos mil según las estadísticas, y bajando, pero ahí están, ni mucho menos acorralados, parecen resistir regentando hoteles, restaurantes y tiendas, observando ceñudos la llegada de los barquitos para aprovisionar sus cocinas, los carteles de la Virgen María señalando sus calles, sus puertas y su zona. Su barrio se llama Haret el Masihiyeh y está separado por una calle del resto de la ciudad, musulmana en su totalidad, y del primer barrio islámico, el Haret el Jalaji', en la misma península. Del barrio cristiano dicen que es la mejor zona de la ciudad para vivir, construida a pie mismo del mar, con una densidad de población que hace posible esos paseítos melancólicos sin que te traten de vender una alfombra o te choques de bruces con un burro cargado de tiestos.

Tiro por Hachero

Tiro por Hachero

En Tiro hay tres sedes episcopales: el culto ortodoxo griego, el melquita y el maronita, estos últimos los mayoritarios, y casi todos son pescadores. Por eso el Inmaculado corazón de la virgen María luce orgulloso en su hornacina, pintado en la talla de la virgen, o aparece por doquier, en esos despintados carteles que parecen avisar: somos cristianos desde que San Pablo pasó por aquí camino de Jerusalem. Me parece admirable la fe de una comunidad rodeada por vecinos que pueden llegar a ser muy hostiles, los chiítas de Hezbollah, con sus banderas amarillas a pocos metros de la entrada en el barrio y que incluso venden combativo merchandasing en el zoco a las espaldas del enclave cristiano y tiene un extraordinario y kitch museo a pocos kilómetros de la ciudad: puedes verlo aquí, el museo de Mleeta.

Tiro por Hachero

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Sin embargo la armonía reina entre las dos comunidades, incluso me comentan que consideran más enemigos a los israelíes que a los chiítas, y es que las guerras con el vecino del sur han dejado huellas que se ven y muchas más que ni se intuyen. Claro que los palestinos tampoco tienen muy buen cartel desde que usaran la población como base militar contra las fuerzas de ocupación judías y ahora languidecen en campos de refugiados como este en los que se mezclan dramas nuevos con dramas romanos y fenicios.

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A Tiro la han destruido los macedonios de Alejandro, los turcos selyúcidas, la han ocupado los cruzados, formó parte del Patriarcado Latino de Jerusalem y del imperio bizantino, estuvo en manos de los mamelucos y, en los tiempos modernos, sufrió lo indecible en la guerra del Líbano, cuando la ocupación judía, y más tarde cuando la guerra entre Hezbollah e Israel de 2006 vivió bombardeos de gran intensidad.

Tiro por Hachero

Los cristianos resisten contra viento y marea, oteando el horizonte, por si hace buena mar, de espaldas a un mundo en el que los musulmanes se multiplican como setas y la línea de tierra se puebla de mezquitas. Aunque tampoco tan de espaldas porque en las rocosas playas del barrio cristiano las musulmanas más atrevidas, pero enormemente recatadas, acuden en grupitos para mojar sus palmitos envueltos en mil y un ropajes.

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Según cuenta San Mateo, visitaba Jesús la región de Tiro y Sidón cuando una mujer cananea le llamó a gritos: 'Señor, hijo de David, ¡ten misericordia!, mi hija está atormentada por un demonio', pero Jesús no le respondió palabra. Los discípulos intentaron ablandarle pero el Hijo de Dios no tenía mucho interés por lo que, a todas luces, no era más que una gentil. 'No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel'. La mujer se desgañitaba pensando en su hija, consumida por diablos feroces, 'socórreme', le decía la buena señora y Él le respondió con cierta mala baba: 'no está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perros'. Entonces ella se rebajó cuanto pudo, 'sí, Señor, pero aun los perros comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos'. Cristo, claramente complacido, le dijo entonces: '¡Mujer, grande es tu fe! Hágase contigo como quieres', y su hija fue sanada desde aquella hora.

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San Marcos también cuenta la historia y da alguna pista más para desvelar este extraño incidente. La mujer era griega, sirofenicia de origen, cananea podemos concluir, descendiente de Canaan, gentil por tanto, o pagana más bien, y la enigmática frase de que 'no está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perros' venía a identificar a los paganos, es decir: los gentiles, o es decir otra vez: la señora cananea que pedía lastimosamente por su hija, con los perros, que eran, y son, moralmente impuros para los judíos. Una comparación que no le deja especialmente bien y una situación un tanto apurada de defender incluso entonces.

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Muchos siglos han pasado de aquella visita de Nuestro Señor Jesucristo a la región de Tiro y poco reconocería de aquel poblacho lleno de gentiles. Para empezar, le extrañaría ese nombre, Tiro, porque entonces los judíos la conocían como Tzor, muy parecido al nombre con la que se la conoce hoy, Sour, que es el nombre árabe y la identidad de la inmensa mayoría de su población. Y, a decir verdad, más parecido al que le dieron los fenicios: Sur, los arkadios: Surru, y los turcos: Sur. Tan sólo los romanos y los griegos la han conocido como Tiro y así nos ha llegado a nosotros.

Tiro por Hachero


Una tierra fundada tres mil años antes de que Jesucristo le sacara los demonios a aquella desdichada muchacha y cuyos marineros surcaron todo el Mediterráneo para fundar ciudades como la mía, Cádiz, Gadir, en la que no sólo dejaron el nombre sino también esa costumbre de pescar a todas horas y en cualquier lugar que tenga un par de dedos de agua...

Tiro por Hachero

Tiro por Hachero

Los antiguos pescadores fenicios se han transmutado hoy en pescadores cristianos y un altar en el puerto con la sempiterna Virgen María y su Sagrado Corazón así lo atestigua. Sin embargo, el Masihiyeh no deja de estar rodeado de musulmanes, y no de cualquiera sino de algunos de los que inspiran más terror a sus hermanos de fe en occidente.

Tiro por Hachero

Los simpatizantes de Hezbollah están por doquier, sus banderas amarillas ondean orgullosas a pocos metros de la entrada del barrio, pareciera que una terrible amenaza se cierna sobre estas gentes. Una amenaza que no es sino otra de las muchas amenazas con que el paso de los siglos ha convertido a esta comunidad en lo que es: los flemáticos cristianos de la antigua ciudad de Tiro.

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