El puente del Pan, en polaco Chlebowy, tiene tanto amor que el resto de la ciudad de Gdansk parece marchito y sin vida. El puente apenas tiene doscientos metros y dos barandas que en nada destacan de las demas barandas de los puentes que cruzan el canal Raduni de no ser, como decia, por todo ese amor que cuelga alocado de sus hierros.
Fueron los caballeros teutonicos los que construyeron el canal en el siglo XIV, concretamente entre 1338 y 1356, con la idea de suministrar agua a sus posesiones, que en esa epoca eran muchas. Los caballeros teutonicos se organizaron con la idea de acometer la Tercera Cruzada y vengar la afrenta del infiel Saladino, que habia expulsado a los cristianos de tan pias tierras. Pero incluso el curso de las aguas del canal parece detenerse ante el amor que se acumula en su cauce, sobre su superficie manchada de hojas otoñales, en el puente que llaman del Pan, el que conecta las calles Kowalska y Korzenna, en la muy antigua ciudad de Gdansk, al norte de Polonia.
No es el Pont des Arts, el famoso puente parisino que incluso ha tenido problemas porque tambien esta cargadisimo de amor, pero no deja de tener su gracia. Tampoco es el puente Milvio, de Roma, donde los enamorados tienden a prometer su amor eterno de la misma forma. Claro que en el de Roma se acumularon tantos que un día incluso se cayeron las farolas.
Pero el amor es imparable y los amantes romanos, que son legion, siguen colocando candados y arrojando la llave al Tiber, en señal de ese amor indisoluble y atado para siempre, como decian los Chunguitos. El Ponte Vechio, de Florencia, tambien acapara amores de metal, aunque los amantes florentinos se exponen a una multa considerable porque tanto cariño hacia temblar la estructura.
La costumbre se ha extendido por medio mundo y ahora hay puentes que lucen candados en Marrakech, en Shanghai, Moscu, Praga o Berlin. El amor firmemente agarrado a una estructura de hierro que solo podra arrancar un alcalde furibundo o un seismo de magnitudes biblicas.
El amor unido para siempre a un enrejado, oxidandose, descascarillandose, perdiendo brillo y color, amores que guardaran eternos los nombres de amantes que tal vez ya ni lo sean, que no se soportan desde hace tiempo, amores que se odiaron y que terminaron por alejarse tanto que verse ahi atados, unidos para una eternidad debe de suponer un incordio de una magnitud no menos biblica, amores que tal vez tengan varios candados.
Amores oxidados, como decía, pero también amores sacros, amores pececitos, amores pesados y de envergadura...
Amores guarros, amores cursis, amores de plastico...
Amores cifrados, con contraseña, entrelazados, amores cabezones y testarudos, amores lentos como tortugas...
Candados que simbolizan el amor, en suma, puede que imitando a los personajes de Federico Moccia, del que dicen que fue el promotor de esta idea a traves de una novela, (tal vez sea mejor hacerlo virtualmente, pincha aqui), candados que se extienden por todo el mundo y que en Gdansk solo alteran el descanso eterno de los caballeros teutonicos, que volverian raudos a sus tumbas al ver su canal convertido en chaterreria del amor...
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