lunes, 12 de noviembre de 2012

Viaje a la frontera entre Turquía y Siria: kurdos, Nusaybin y Qamishle



En la frontera entre Turquía y Siria se aguanta la respiración. En Nusaybin, ciudad turca paralela a la de Qamishle, se respira tranquilidad, los comercios abiertos, los abuelos con sus clásicos turbantes manoseando sus rosarios sentados a las sombras de los frondosos árboles del parque, los conductores de autobús vociferando sus rutas con los vehículos en marcha. Pero la frontera está cerrada a cal y canto y la amplia carretera que lleva a Siria está desierta. Todo el límite de Nusaybin está vallado con alambre de espinos seguido por más alambre de espinos y, a su vez, flanqueado por torretas con soldados que dibujan sus siluetas en el contorno de la ciudad vecina, que a su vez es el país vecino. Un soldado me avisa, nada de fotos, un cartel me lo recuerda, nada de fotos, y la tranquilidad que se vive en este paso fronterizo invita, precisamente, a entretener los nervios con el extranjero que se empeñe en hacer una foto así que, entendido, nada de fotos. 

Bastantes problemas tiene Turquía en esta frontera como para añadirle una foto hecha a destiempo. Porque al otro lado, en Qamishle, predominan los kurdos, que están de uñas con el gobierno de Ankara a resultas de la represión de los que no dejan de ser sus primos cercanos, cuando no algo más. Las fronteras son porosas y varios boquetes abiertos en su perímetro invita a pensar que de cuando en cuando alguno se cuela. Como una muestra más para la inquietud, los kurdos de la ciudad vecina, esa Qamishle, marchaban ayer junto a miembros de la oposición a Al Assad por las calles sin ningún pudor porque desde la muerte del líder kurdo en Siria, Mechal Tammo, hace ahora un año, los kurdos han tomado partido definitivamente. Tammo recibió cuatro balazos que terminaron con su vida, la vida del fundador del Consejo Nacional Sirio, un partido opositor en la línea kurda, y el gobierno de Al Assad, al parecer, sabe mucho de este crimen porque se decía, incluso, que Tammo podría encabezar un supuesto proceso de transición. Pues bien, Tammo ya no está y los kurdos no pueden ver a Al Assad, así que, sobre todo después de la nueva demostración de repulsa al gobierno, es cuestión de tiempo que el ejército sirio ataque esta ciudad. Y los turcos miran en la distancia esperando balas que caigan y refugiados que corran campo a través para colarse por esos boquetes delos que hablaba antes. Pero el globo ha estallado, mientras esto ocurre, unos kilómetros más al oeste, en la ciudad de Ceylanpinar, la gemela de Ras el Ain, donde los rebeldes sirios luchan codo con codo contra los militares sirios. La tensión crece en la grandísima frontera turca, la televisión repite machaconamente el momento del incidente y la OTAN anuncia que si esto sigue así, intervendrá. Ya veremos....

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Viaje al Kurdistán: setecientas huelgas de hambre, el PKK y la independencia del Kurdistan


Mustafá sonríe plácido mientras me asegura que el País Vasco y Cataluña son sus ejemplos a seguir. 'Tienen periódicos en su lengua', dice, 'ven la televisión en su idioma, lo estudian en sus universidades y hasta pueden usarlos en los tribunales'. Mustafá es un seguidor del PKK, el ilegalizado partido kurdo de los trabajadores, que mira al infinito mientras fantasea con su Kurdistán libre al estilo de una Cataluña que considera poco menos que el paraíso terrenal. No es tan fácil, le digo, también allí hay aspiraciones, discrepancias, sueños que se antojan lejanos y otros ejemplos a seguir: Escocia, sin ir más lejos, o Québec, si es por irse más lejos aún. El paraíso siempre está en la otra esquina, pienso repantingado a las puertas del comercio de Mustafá junto a la mezquita principal de Diyarbakir, la capital kurda de la Anatolia turca, aunque Mustafá sigue fantanseando, a partes iguales, con el ejemplo catalán y con los goles de Messi.

Mientras, casi 700 presos kurdos secundan una huelga de hambre, algunos desde hace cincuenta y siete días, lo que deja a una cincuentena de ellos muy cerca ya de la muerte, y lo hacen por lo que consideran una represión intolarable de su cultura. Piden que el kurdo pueda usarse en las universidades, en los tribunales, que puedan tener periódicos y cadenas de televisión en su lengua, y están dispuestos a morir por ello. Tampoco serían los primeros porque en los últimos treinta años son ya más de cuarenta mil las víctimas mortales que ha dejado este conflicto olvidado e incomprendido en Europa. Me desplazo a Mardin, ciudad de postal con mayoría kurda pero con vecinos cristianos del rito sirio y árabes. Hace cincuenta y siete días un preso kurdo encerrado en la prisión de la ciudad, un tal Faysal Sariyildiz, del partido Paz y Democracia, comenzó la primera huelga de hambre: además de las reivindicaciones clásicas, pedía también que Abdullah Ocalan, el líder del PKK capturado hace años, tenga acceso a un abogado porque lleva ya más de 400 días aislado y sin posibilidad de vuelta atrás. De hecho, el presidente de Turquía, Recep Erdogan, curiosamente casado con una kurda, ha dejado caer la posibilidad de resucitar la pena de muerte para ejecutar al que considera un asesino. Claro que otros lo ven como guerrillero y luchador por la libertad,  por eso el ejemplo de Faysal en la cárcel de Mardin se extendió a 66 cárceles más, hasta alcanzar los casi 700 presos en huelga de hambre. Entre ellos la esposa de mi amigo Kamiran Yildirim, una parlamentaria que no come desde hace catorce días. Yildirim intenta olvidar la lucha durante la noche con unos tragos de rake, el aguardiente local que mezclan con zumo de zanahoria y de rabano (cosas veredes), pero por el día hace activismo y se presenta junto a los estudiantes de la universidad local para leer un manifiesto: más de lo mismo, es decir, nuestras aspiraciones a nuestra propia lengua, nuestra propia cultura y etcétera. Pero la protesta no deja de resultar curiosa: prohibidos como tienen los kurdos manifestarse, se limitan a mantener unos carteles en alto. En Diyarbakir se atrevieron a marchar, cosa que tienen prohibida, y los enfrentamientos con los antidisturbios fueron de impresión y dejaron decenas de heridos y detenidos.

El bueno de Kamiran a las puertas de la universidad de Mardin
La constitución turca prohibe las reclamaciones politicas que se vistan de religiosas y étnicas porque las considera amenazas evidentes hacia la patria turca, la aspiración del gran Atatürk cuya efigie sigue señoreando la Turquía rural ochenta años después de su muerte. El objetivo está claro: hay que modernizar el viejo país, y hay que hacerlo mirando a Europa, ese oscuro objeto de deseo, esa aspiración enfermiza que nos arranque definitivamente de la irracionalidad centroasiática. Y para eso hay que mantener a raya a la peor de las amenazas, la islamista. Pero también las veleidades étnicas que pueden romper lo que aún permanece de aquel extenso imperio otomano: en este caso, la Turquía rural, la olvidada durante decadas, la del sureste de la Anatolia. Por eso durante un siglo se ha denominado a los kurdos 'turcos de las montañas', por eso se les ha prohibido partidos que incidieran en lo étnico y que enarbolaran aspiraciones sospechosas de independentismo. Y por eso, también, surgió el PKK como aspiración de los que no querían esperar indefinidamente algo tan sencillo como la integración y el respeto de raza. Sin embargo, el PKK nace con la mirada puesta en las revoluciones latinoamericanas, en las tropelías maoístas y en el socialismo como modelo de gobierno. O lo que es lo mismo: gasolina roja para el fuego conservador de los turcos de occidente, facilmente asustadizos ante cualquier remedo sovietıco. Durante décadas el PKK se ha mirado en la ETA, en el IRA y hasta en las FARC para sacudirse el yugo turco y el resultado de este encono son los más de cuarenta mil muertos del conflicto.

Eso si, la huelga de hambre ha devuelto al PKK un protagonismo que había perdido en los últimos años, casi desde que su lıder, el ya mencionado Abdullah Ocalan, fuera detenido en 1999 en Nairobi despues de largo tiempo escondido en Siria. Tras su captura fue encerrado en una prision para el solo en el Marmara pero el tipo insiste en su concepcion de la lucha armada y ahora lleva mas de cuatrocientos dias aislado (que aprovechara para seguir escribiendo libros, como solia). Los diez mil presos kurdos del país incluso secundaron una simbólica huelga de hambre de dos días para recordar la situacion del que sigue siendo su presidente y algo se mueve en Ankara porque ya incluso considera reconocer el kurdo en los tribunales. Y piuede ser peor si alguno muere en los próximos días, cosa bastante fácil después de casi sesenta días sin comer. Kamiran está orgulloso de su mujer y su amplia sonrisa lo corrobora.

Aslan es ecamarero en el rehabilitado caravansar de Diyarbakir, convertido ahora en una sucesión de garitos con cachimbas. Levanta entusiasmado sus dos pulgares, y más si tuviera, cuando le pregunto por el PKK. 'De diez familias de esta region, ocho son del PKK', me asegura Mustafá, el del comercio en la mezquita. Pero el PKK no existe, está prohibido, borrado, su solo nombre se pronuncia bajito. Hasta que los simpatizantes convocan protestas porque los activistas pueden morir en prisión. Entonces se agitan nerviosos, corean consignas, colapsan la calle y organizan huelgas que paralizan pueblos enteros, y los antidisturbios, que tienen sus órdenes, los dispersan con cañones de agua, con gas pimienta, con porras y porrazos. Isfan es ingeniera y también kurda y asegura que en todos estos años ha perdido a treinta primos en los enfrentamientos y que a pesar de su iphone y su ipad y su altisimo sueldo su espiritu esta con la lucha porque ahora no se trata de socialismo o de marxismo ni leninismo: se trata de raza y los kurdos se sienten ultrajados historicamente. Treinta primos son muchos primos, incluso para las extensísimas familias de aquí, me digo, y supongo que algo queda. Anque los golpes viene por los dos lados. La televisión turca ha repetido mucho estos días la imagen de un cockatil molotov impactando de lleno en un policía y el PKK, como respondiendo a la evocación, vuela una comisaría y deja un soldado muerto y luego pone un coche bomba cerca de la frontera con Irán y arranca el suspiro a un niño de diez años junto a un reguero de heridos. Vuelan entonces los cazas turcos, en dirección a Iraq, donde se suponen muchas de las bases del PKK, protegidos por sus hermanos de raza de la Unión Patriótica del Kurdistán, que campea por la región de Mosul como previo a lo que algún día será, dicen, su Cataluña, su Escocia o su Québec.

El caravansar de Diyarbakir ofrece una curiosa imagen más allá de lo pintoresco que resulta todo. Alfombras con los rostros de conocidos héroes kurdos se mezclan indectiblemente siempre con la del Che Guevara, un icono rebelde que he visto en todas las aspiraciones guerrilleras de medio mundo y que alcanzó su máximo paroxismo en Timor Oriental, cuando un guerrillero del Falentil me presentó a su hijo con emocionado orgullo: 'lleva el nombre de dos grandes luchadores por la libertad, Bill clinton Che Guevara', me dijo el individuo. Los kurdos no han llegado a tanto pero se han quedado muy cerca, mira esta noticia. Mientras, Víctor Jara surca los aires del caravansar con su pueblo unido jamás será vencido y sus notas chocan con las alfombras kurdas que acolchan las paredes...


Los muchachos de la universidad se dispersan tras su protesta pacífica. No eran ni treinta pero los antidisturbios eran más de cincuenta. La lucha desigual sigue, bombas clandestinas contra cazabombarderos, huelgas de hambre contra prohibiciones constitucionales. Ankara mueve ficha y deja caer, como decía, que permitirá el uso del kurdo en los tribunales, una puerta inaudita hasta ahora que parece empezar a abrirse para que, ya que Messi no jugará en el Galatasaray, sí les acerque al menos un poco más a Cataluña. Aunque entonces una de las estudiantes me mira sin comprender: 'si tienen todo eso, ¿por qué se quejan?' Porque las aspiraciones no se esfuman cuando se consiguen, supongo yo, evolucionan y quieren crecer y tal vez llegará el día en que los kurdos no se miren en el espejo catalán y les toque entonces el escocés.
Kurdos

©Jose Luis Sanchez Hachero
sanchezhachero@hotmail.com














 

lunes, 5 de noviembre de 2012

Viaje a Turquía: tres guerras, dos externas y una interna, y cien mil refugiados sirios

Frontera de Turquia con Siria en el paso de Kilis

El trueno de un caza rompe el cielo de Diyarbakir, la ciudad más grande de la Anatolia. Me pregunto a dónde irá. Tal vez a la cercana frontera con Irak, un país de opereta dominado en sus regiones del norte por los kurdos, a los que el gobierno de Ankara acusa de albergar bases clandestinas del PKK, considerados por Turquía, y por la comunidad europea, terroristas. En los últimos días aviones turcos han bombardeado varias de estas bases situadas en territorio iraquí, enclaves de sus hermanos de raza de la Union Patriotica del Kurdistan en la provincia de Erbani, en lo que es una muestra evidente de que las fronteras en esta parte del mundo no tienen mucha credibilidad. Pero esperen, puede que el caza vaya a algún punto de la extensa provincia turca de Diyarbakir, donde me encuentro y donde actúan esos miembros del PKK, o esos terroristas que ya no son iraquíes sino turcos, aunque no menos kurdos. De hecho hace unos días reventaron una comisaría cerca de la capital, de Diyarbakir, dejando un soldado muerto y seis más heridos, y luego les dio por poner un coche bomba en una localidad cercana ya a Irán, donde murió un niño y hubo otros dieciocho heridos, una cadena de atentados que fue respondida por el ejercito turco con un incremento evidente de controles y presencia. O tal vez me equivoque en ambos casos y el caza que rompe el cielo de Diyarbakir se dirija a otra frontera, la de Akçacale, que comunica con Siria, donde las bombas del régimen de Al Assad caen puntuales día sí y día también, desviadas, se excusan los baazistas, 'sin querer' en su loca carrera por derrotar a los rebeldes sirios que se parapetan en la última ciudad antes de la barrera, un 'sin querer' que ha dejado ya cinco muertos turcos y la tensión al rojo vivo entre los dos países.


Con tantos objetivos potenciales imagino al caza soltando bombas aquí y allá, casi que al tun tun porque caiga donde caiga, acertará a algún enemigo de Ankara. Porque Turquía tiene un problema, y Recep Erdogan, su presidente, lo sabe, cómo no saberlo, un problema de una magnitud aún por calibrar en la Anatolia. Kurdos, turcos, kurdos iraquíes y rebeldes sirios, todos parecen en empeñarse en destruir el sueño turco de Mustafa Kemal, el legendario Atatürk que latinizó su desfasado alfabeto árabe y giró el rostro del agónico imperio otomano hacia occidente a principios dels giglo XX. En este sentido, Erdogan viene de visitar a Angela Merkel en Berlín, la gran lideresa que recibe en un palacio neoimperial a los monarcas extranjeros y a los que aspiran a formar parte, más o menos colonizados, de su gran corral europeo donde ella es, paradojas del destino, el gallo mayor. En este caso Erdogan ha insistido en su europeidad al estilo Ataturk mientras que, por lo bajini, pide ayuda desesperada porque en sus fronteras ya se acumulan 110.000 refugiados sirios, y aunque ACNUR le agradezca que mantenga las fronteras abiertas para que los civiles puedan seguir huyendo, la situación se adivina apocalíptica si no hay un cambio pronto. 




Unas cifras que sólo pueden crecer y que la propia ACNUR considera que se duplicaran en los próximos meses. En la ciudad de Kilkis se levanta el primer campo de refugiados de casas prefabricadas, con su mezquita y su hospital y también con sus quince mil sirios, pero cerca está el de Islahiye, con tiendas de lona y famoso desde que Angelina Jolie lo visitara con un hiyab, y más allá está el de Osmaniye, y el de Nizip... Miles de historias que esperan bajo el sol la solución a un drama que, conforme pasa el tiempo, tiene menos fácil la solución. Desde la región de Hatay, la antigua Antioquía de los griegos y bañada por el Mediterráneo, hasta la de Diyarbakir, capital espiritual de los kurdos, los campos de refugiados jalonan la frontera con Siria. Por la primera región, la de Antioquía, salen refugiados y entran rebeldes barbudos provenientes sabe Dios de dónde, y los sirios, que son malos pero no tontos, les devuelven misiles mezclados con más refugiados, y claro, así no hay manera porque desde territorio turco les devuelven los bombazos más algunos barbudos y voluntarios internacionales que se les cuelan como el que no quiere la cosa: incluso llegan sirios desde Madrid con la sana intencion de construir un hospital. Es de suponer que a los turcos cada vez les quedan menos misiles porque el presidente, recuerden: Recep Erdogan, ha sugerido a la OTAN que le haga llegar unos misiles Patriots por si las cosas terminan de salirse definitivamente de madre.

Entrada al campo de refugiados de Kilis


Y así estamos, los refugiados sirios no dejan de venir, los activistas kurdos (o terroristas, elija usted) no dejan de protestar y ahora mismo más de seiscientos presos guardan una huelga de hambre que supera ya los cincuenta días pidiendo el uso de su lengua en colegios y tribunales, periódicos y televisiones, presos que, en ciertos casos, terminarán por morir porque ni agua timan, y las protestas callejeras terminan a gorrazos, piedras del lado kurdo, gas pimienta del de los antidisturbios.


Según la oficina que mantiene ACNUR, la cifra exacta de refugiados sirios en Turquía es de 107.769, una cifra que cuando termine de leerla se habrá quedado obsoleta y que engolba, sobre todo, a sirios ponretones y sin nada en su haber porque los ricos, me asegura un muchacho en Kilkis, se van a hoteles, donde estàn más cómodos y repantignados. En mi hotel me lo confirman: mis vecinos son sirios y acaban de llegar. Mientras, dos cazas más surcan el cielo de Diyarbakir desde una base cercana, y yo me pregunto, ¿Irak, Siria o Kurdistan?






©Jose Luıs Sanchez Hachero
sanchezhachero@hotmail.com









domingo, 4 de noviembre de 2012

Viaje a la Anatolia: la primera misa armenia en noventa y siete años

Durante los ultimos noventa y siete años la campana de la iglesia de Surp Diyarbakir Gragos no ha sonado ni una vez. Hasta el 4 de noviembre de 2012, cuando un emocionado religioso tiro con fuerza de su cuerda para que su repicar inundara el casco antiguo de Diayarbakir. Frente al religioso, ancianos procedentes de media Europa, algunos de Rusia, una señora decia venir de Suecia, muchos de Estambul y, por supuesto, las cinco familias abiertamente declaradas armenias de la ciudad. Y prensa, incluso internacional que no era yo, que mas bien pasaba por alli. A las puertas del templo restaurado policias de paisano delatados por escandalosos pinganillos y estridentes walki talkies, familias kurdas que no querian perderse el acontecimiento, cristianos de la cercana iglesia caldea de rito sirio. En el patio de la iglesia, ambiente de la boda del Padrino, niños emperifollados corriendo mientras los ancianos hablan de sus cosas sentados en sillas de plastico blancas a la sombra de un frondoso limonero. Pero, con ser pintoresca la imagen, lo mejor esta dentro, en el templo, donde un atribulado grupo de ancianas contiene las lagrimas a duras penas. Y yo con ellas. La misa es como todas las misas armenias, ya saben: los religiosos congregados ante el altar, ahora suben unas escaleras, ahora echan una cortina, la vuelven a abrir, vuelta a bajar las escaleras y nuevamente congregados ante al altar ante el fervor de los feligreses.


Lo relevante es que la ultima vez que se pudo ver este enrevesado rito fue noventa y siete años atras porque, desde entonces, la iglesia de Surp Diyarbakir Gragos ha estado prohibida, tras la pertinente destruccion de edificio y comunidad. Y eso que tiene años para contar calamidades: construida en 1376 estuvo en uso hasta 1915, cuando los tres Pasha que dominaban los ultimos tıempos del agonico imperio otomano sentenciaron al pueblo armenio a la extincion. Hasta millon y medio murio a manos de los turcos, y de los kurdos que ahora vienen curiosos, y hasta de los circasianos que venian, a su vez, de ser exterminados por los rusos, millon y medio de muertos y varios mas que optaron por el exilio para salvar el pellejo. De aquellos terribles acontecimientos que puedes ver aqui y que estan recogidos en el museo del genocidio de Erevan, la capital de Armenia, se acuerdan a diario los mas ancianos, condenados a vagar en sus infancias por medio mundo hasta encontrar consuelo en alguna tierra hospitalaria, y desde aquel entonces la iglesia de Surp Gragos ha sido cuartel general en la segunda guerra mundial y almacen de algodon en la posguerra hasta que quedo en su estructura, abandonado y pasto de las cabras, que aqui son legion. Los armeniıos estaban prohibidos y destinados al olvido por aquellas molestas rebeliones de principios de siglo cuando, al estilo de la lucha kurda de hoy, pensaron que podian pescar de las aguas revueltas del fin de un imperio, el otomano.

Ası era la iglesia hace no tanto tiempo
Y ası es ahora que esta restaurada

 Tanta ha sido la ilusion en volver a verla entera que la campana, dicen aqui, viene de Rusia y que la rehabilitacion ha costado dos millones de liras, supongo que turcas, lo que haria un millon de euros mas o menos. Chinos es uno de esos armenios locales, de Diyambakir, un guaperas de ojos verdes y melena rizada con pinta de no haber roto un plato en su vida que despliega su sonrisa con alegria hasta que le pregunto por sus sentimientos: no tengo palabras para describirlo, me dice, han sido tantos años con la identidad borrada que el mismo, que no se considera ya ni cristiano ni musulman, comun denominador de los jovenes modernos, no puede evitar emocionarse. Debe de ser una de las cinco familias que mantienen los ritos en la ciudad, segun Pilit, una rubia de ojos azules que vive apasionada el regreso de los cultos armenios a su ciudad. Porque, hay que decirlo, se trata de la primera vez en noventa y siete años que el gobierno turco permite la rehabilitacion de un templo armenio para su su uso religioso y no como simple museo, como hasta ahora. 
el campanero vive emocionado el momento rodeado de prensa
y el vecindario kurdo se asoma a ver el novedoso sonido
y alguno se atreve a entrar a ver el espectaculo cristiano armenıo...

Porque hace dos años, insisto, esto era un solar frecuentado por cabras y por los miles de niños de la calle que pululan por la ciudad con el armazon de la estructura como unico recuerdo de que aqui hubo una vez un templo y una prospera comunidad armenia que desaparecio masacrada. Aunque no del todo, dice Chinos, extraño nombre este, porque muchos se convirtieron al islam y hoy profesan otra religion. Eso si, no es el caso de su familia, ni el de la rubia Pilit, que han aguantado un temporal de noventa y siete años que ha escampado el cuatro de noviembre de 2012 al tiempo que parece abrirse una nueva relacion de Turquia con Armenia, su gran lunar negro. 


 Los turcos siguen negando el genocidio, algo que ya es delito en Francia, por ejemplo, a la altura del nazi, aunque sera por la cantidad de armenios que encontro refugio entre galos y del que Charles Aznavour es el emblema mas recordado. En su defensa, de los turcos, hay que decir que tambien sufrieron sus masacres y que incluso desde lo mas alto del poder se hizo algun intento por detener las matanzas, aunque lo unico cierto es que los muertos armenios son legion y los exiliado superan con creces a los habitantes del pais que consiguieron tener tras el fin de la Union Sovietica. Hace tres años se celebro ademas el primer partido de futbol entre las selecciones turca y armenia, con sonora victoria turca por cierto, y ahora el gobierno de Ankara abre aun mas la mano con este gesto en la muchas veces milenaria Diyarbakir. Algo es algo, dicen los armenios entre lagrimas. Pero el dedo que intenta tapar el agujero armenio, que nos ha dejado joyas del exilio como Cher, Andre Agassi o Alain Prost, no alcanza a tapar lo que podemos considerar la desintegracion ralentizada del imperio otomano, fijense ustedes, casi un siglo despues de la batalla de Galipolis, porque en esta misma ciudad de Diyarbakir reside el corazon del pueblo kurdo, irredento e irreductible, que sale cada dia a la calle a tirar piedras a la policia y poner bombas a los militares aspirando, dicen, a su propia patria: ellos, que eran de entre los turcos los mas leales y que en Estambul denominan con cierta superioridad y desprecio turcos de las montañas. 



Dos paradojas, pues, unidas en la misma ciudad, la de los armenios que quisieron ser patria y murieron en el intento y el de los kurdos, quien sabe si ultimo acto del drama de la desintegracion ralentizada, como decia, del antiguo imperio otomano. Despues de perder el dominio sobre bulgaros y serbios, griegos y albaneses, iraquies y palestinos y hasta egipcios y magrebies y caucasicos, tal vez se aferren a los kurdos como ultima posesion, como le sucedio a España con Cuba tras una debacle que duro tambıen varios siglos. De momento, con la iglesia de Surp Gorgos, Turquia pone fin a una injusticia de noventa y siete años. Sera porque no hay mal que cien años dure. Aunque ha estado cerca...



 ©Jose Luis Sanchez Hachero
sanchezhachero@hotmail.com


















lunes, 29 de octubre de 2012

Viaje a Gibraltar: la mezquita del fin de Europa y mil coches debajo del mar



Si el rey saudí Fahd bin Abdulaziz al-Saud hubiera tenido el generoso gesto de edificar una mezquita en el que consideró punto más meridional de Europa unos años atrás, hubiera coincidido con un curioso desfile: el de cientos de coches viejos que molestaban sobremanera a los vecinos de Gibraltar. Pero no lo hizo, esperó a su momento, y hoy el templo se levanta bajo el Peñón y ante una gran explanada surcada por más vientos que fieles y por más curiosos que vecinos. Los aparcamientos, vacíos y sacudidos por el sempiterno levante, no dejan adivinar la tragedia automovilística que tuvo lugar frente a la piadosa mezquita unos años atrás.


En alguna parte del Estrecho yace un cementerio de coches submarino

Corría el año 1981 cuando las autoridades de Gibraltar cayeron en la cuenta de que los 7 kilómetros cuadrados del istmo ya no daban para más. Con la frontera cerrada desde 1969 y los llanitos asfixiados en su pequeño territorio, el tráfico había entrado en una dinámica suicida. Ya no cabían más coches. La guerra de baja intensidad entre el gobierno de Franco, despechado tras el referéndum de 1967 en el que el 99% de los gibraltareños se declararon ingleses, y las provocaciones de los aviones británicos sobre el vecino municipio de La Línea, a los que ponían de los nervios con sus pasadas a baja altura, terminaron con la frontera cerrada y los llanitos aislados.


Las casitas del Punta Europa tienen piscina con vistas a África

Para llegar a La Línea de la Concepción un gibraltareño debía rodear el estrecho con destino a Tánger para volver desde allí a Algeciras y desde esta al municipio lindante, donde, tras un viaje por dos continentes, casi puede tocar los pisos que veía desde la ventana de su casa. Y eso en el mejor de los casos porque el otro consistía en tomar un vuelo rumbo a Londres que evitara sobrevolar la península ibérica porque el dictador prohibió tal lid, un veto que siguió hasta hace poco. La tristeza de los llanitos se vio reflejada en el otro lado de la verja custodiada con candado porque casi cinco mil campogibraltareños perdieron sus empleos y subieron la tensión social y económica hasta un punto tal que el gobierno de Franco decidió crear un ‘polo de desarrollo’ que absorbiera la ingente cantidad de mano de obra desocupada. Con tanta prohibición, encerrados en su particular paraíso (paraíso pequeño, infierno grande’, que dice el refrán), pero con un nivel de vida muy superior al de sus inalcanzables y pobretones vecinos, los llanitos circulaban en coches modernísimos y rapidísimos, eso sí, respetando el límite de 50 kilómetros por hora, insuficiente para que los más hábiles conductores dieran rienda suelta a su destreza pero suficiente, por otra parte, para llegar de un extremo del Peñón al otro en menos de diez minutos. Y con tanta riqueza y con tantas posibilidades, los llanitos acumularon un parque móvil que era la envidia de sus vecinos (recuerden: los inalcanzables) y hasta se formaban atascos de vehículos deslumbrantes que andaban a paso de tortuga.


En 1981, según relata el maestro del periodismo español, Manuel Leguineche, en su libro Gibraltar, 'llegó a tal extremo el atasco que las autoridades se vieron obligadas a despeñar más de mil vehículos por los acantilados de Punta Europa'. Europe Point, como le dicen los llanitos, es el punto más meridional de la Roca, una zona azotada por los vientos pero que, como contraprestación tal vez, tiene unas espectaculares vistas en los días claros: el estrecho, las montañas del Rift y la bahía de Algeciras. Hoy los coches fluyen con facilidad por la colonia, colapsados tan sólo por los controles policiales de la aduana española o por los despegues y aterrizajes de los aviones en el aeropuerto del Peñón, un aeropuerto que España reclama como propio y cuyo terreno fue ganado por los llanitos a hurtadillas, adelantando posiciones cuando nadie miraba. Como ocurre hoy día en la cara oriental de la Roca con el llamado 'Proyecto Foster', que prevé, según quien lo cuente, construir más atraques para aumentar el negocio del bunkering o bien edificar apartamentos y hoteles para ganar una gran zona recreativa al mar (con el consiguiente berrinche del gobierno español, que considera suyas las aguas... y a decir verdad, también las tierras porque decenas de camiones trasladan escombros desde España casi que a diario para las labores del relleno). Los pescadores de La Línea, usuarios, o usufructuarios (según quien lo diga también) hablan del Pequeño Mónaco, como lo denominan, para explicar los motivos por los que las autoridades del Peñón no quieren que faenen en la zona. El proyecto, ya sin Fosters ni Mónacos, tiene un nombre más poético: Sovereign Bay, un nombre que es, al tiempo, una declaración de principios y que puedes ver aquí, en la página de Foster and Palmers, sus constructores.


Los rellenos del proyecto Sovereign Bay avanzan raudos
El tiempo lo dirá pero la paradoja es singular y terriblemente explicativa de la debilidad de todos los gobiernos españoles: si en un principio les arrebataron la Tierra del Peñón y más tarde el aeropuerto tierra adentro, ahora utilizan tierra española para rellenar aguas (que España también considera españolas) y aumentar el tamaño de la colonia. Gibraltar se expande, tal vez como venganza por aquellos años en los que sus vecinos estaban constreñidos en tan exiguas fronteras y miraban por las barandillas a la bahía de Algeciras como se mira un imposible.
El Estrecho de Gibraltar desde Punta Europa




Pero los tiempos han cambiado y en aquel entonces había tanto lugar en la imaginación para una mezquita como espacio hoy para vehículos en el Peñón. Volviendo al templo en cuestión, se llama Mezquita del Guardián de las Dos Mezquitas Sagradas, un nombre un tanto reiterativo para lo que no deja de ser el templo islámico más sureño del continente europeo. La costumbre musulmana de honrar los puntos geográficos tiene su intrigante interés: esta al sur de Europa, la de Casablanca como las más alta del mundo islámico, la senegalesa de Djenné como la más occidental de África, la colombiana de Maicao como la másseptentrional de Sudamérica  y hasta esta en el Polo Norte . La mezquita de Gibraltar asiste a los dos mil fieles, que más o menos residen en la Roca, y su presencia resulta curiosa tan cerca del fin de Europa. Pero mucho más curioso me resulta saber que bajo el mar, a varios cientos de metros, se encuentra un arrecife formado por chasis oxidados, volantes despeluchados, neumáticos reblandecidos y motores mohosos.


Los vehículos censados hoy en el Peñón son veintitrés mil, alguno conducido ostentosamente por Cachuli (por ejemplo), convertido ya uno de los 29.000 habitantes censados, casi un coche por cabeza, aunque menos que empresas, que son 28.000. En todo caso, un lugar peculiar, con sus bobbies y sus autobuses de dos plantas, la colonia hindú mezclada con la judía, y con la musulmana y la británica, y hasta que la local, hablando todos un espanglish con mucho de gaditano, un paraíso turístico con cartones de tabaco a menos de la mitad de su precio en España y un catálogo de productos electrónicos al alcance de muy pocos comercios españoles. 




De la ladera del lado oriental de la Roca baja un grupo de monos: saltan sobre los vehículos, juegan en las ramas de un naranjo, se acercan a los curiosos y nos miran curiosos también. Son macacos sylvanus, los únicos primates que habitan Europa en libertad (aparte de nosotros mismos, claro). Dice la leyenda que mientras quede un mono en el Peñón, Gibraltar será británico, y tan en serio se toman los ingleses este cuento que el mismísimo Churchill ordenó traer decenas de ejemplares del norte de África, sus primos lejanos (de los monos, no del gran Winston), para asegurar la descendencia. Sospechosamente cerca de las obras de relleno del pretendido Proyecto Foster, los monos se encaraman en mi vehículo y me miran desafiantes. Los imagino enfadados empujando el coche al mar para que repose con los otros cientos de herrumbrosos desechos marinos. Decido, mejor, enfrentarme a la cola de la frontera.


Mi coche atacado por un macaco llanto








©José Luis Sánchez Hachero
sanchezhachero@hotmail.com

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